Cuando una empresa tiene problemas de liquidez, suele acudir en primera instancia al sistema financiero, con el ánimo de que le den “fresh money” o le aplacen los vencimientos o le renueven las pólizas o préstamos.
Sucede con frecuencia que ante los primeros síntomas del catarro (insolvencia), no se acude al médico (consultor), y cada uno en su casa entiende que tiene un diagnóstico acertado de cuáles son los problemas que originan ese estrangulamiento de la liquidez.
La práctica generalizada de la mayoría de las empresas, prefieren echar la pelota hacia adelante sin pararse a un análisis más exhaustivo de si la insolvencia es coyuntural (y por tanto solucionable con la ayuda de las entidades financieras), o si por el contrario empieza a ser estructural y por tanto la refinanciación se convierte en “pan para hoy y hambre para mañana”.
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Desde IURE ABOGADOS aconsejamos a esos empresarios, que, ante un problema de insolvencia puntual, se analice con rigor la patología y el alcance de dicha situación, pues, si se trata de intervenir quirúrgicamente, la única receta a la reestructuración de deuda viene de la mano del Derecho Concursal.
Y ello, ¿por qué?
Muy sencillo: ningún banco va a refinanciar deuda a una empresa que ha empezado a impagar, reduciéndole la misma, o aplazando dicha deuda (si no es en éste caso, con el aporte de nuevas garantías).
Por el contrario, la Ley Concursal a un insolvente le va a dotar de un instrumento más potente para reestructurar la deuda: va a obligar a bancos, proveedores, y otros acreedores a formular quitas y esperas que permitan que el insolvente vuelva a la solvencia y de este modo logre atender al menos la deuda reducida y/o aplazada.
Esto que es así de sencillo, no ha calado en el tejido empresarial, aún a pesar de la grave crisis que hemos vivido.
Y ello, ¿por qué?
Básicamente, porque hablar de concurso de acreedores estigmatiza negativamente. Se piensa que el proceso es largo y los peajes son caros; y esto no tiene por qué suceder.
Desde IURE ABOGADOS, tenemos casos de éxito, en los cuales empresas sobre endeudadas, donde ya los embargos habían llegado a los créditos frente a los clientes, lograron quitarse la mochila del endeudamiento y son hoy empresas viables que han mantenido sus clientes, sus empleados, y lo que es más importante, han conseguido utilizar un instrumento legal para mantener en el mercado empresas que sigan generando valor añadido en beneficio de la sociedad.