- marzo 7, 2017
- in Insolvencia Empresarial - Asesoría y consejos, Noticias
- by IURE Abogados
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El Banco Santander ha decidido vender gran parte de la deuda que había prestado a ISOLUX, compañia de construcción e infraestructuras, en la reestructuración concluida el pasado diciembre. Una operación que deja en una difícil situación al actual presidente, Nemesio Fernández-Cuesta, y al resto de entidades financiadoras del segundo rescate.
Según informa El Confidencial, el Banco Santander se ha desprendido de 73 millones correspondientes al Tramo B de la refinanciación homologada judicialmente el pasado 27 de octubre de 2016, y aprobada por la junta de accionistas el 14 de diciembre del mismo año. Dicho tramo ascendía a 550 millones, ampliables hasta 750, y era el pasivo que se consideraba sostenible, de acuerdo con la capacidad de generación de caja de la compañía en su nuevo plan estratégico.
La reestructuración constó de un Tramo A basado en la inyección de los citados 200 millones ampliables a 75 más; de un Tramo B de 550 millones (extensibles a 750), y de un Tramo C de 1.400 millones, correspondiente a la conversión de los préstamos y de los bonos impagados en manos de bancos y ‘hedge funds’. CaixaBank y Santander fueron con Bankia los dos máximos financiadores del primer rescate, hasta el punto de que fueron los que más dinero nuevo le concedieron y los que más deuda vencida canjearon en capital. Se convirtieron así en los primeros accionistas, con el 14,36% y 9,58% de las acciones, respectivamente.
La operación del Santander ha provocado la caída de la cotización de los bonos en el mercado secundario. Actualmente, cotizan apenas al 20,4% del valor nominal, al mismo precio al que se cambiaban antes del primer rescate. Lo que significa que Isolux está en serio riesgo de entrar en concurso de acreedores.
El presidente de Isolux, Nemesio Fernández-Cuesta, ha dado 15 días a los bancos para que desbloqueen la nueva línea de crédito de hasta 300 millones para evitar entrar en concurso de acreedores.
Sin embargo, las entidades financieras, por su parte han pedido a Isolux un análisis pormenorizado de la tesorería necesaria para garantizar la viabilidad de la empresa.
La situación ahora es crítica, con cerca de 5.000 empleados pendientes de una nueva aportación de capital. La venta de los activos no estratégicos no parece que vayan a llegar a tiempo para equilibrar una cuenta de resultados de 2016 cuyas pérdidas finales aún se desconocen.